Stonehenge
Mucho se ha hablado y especulado a lo largo de todos estos años sobre el incierto origen del conjunto megalítico conocido como Stonehenge y situado en las proximidades de Amesbury (condado de Wiltshire, Inglaterra), al que se le situaba en la Edad de Bronce.
Poco se sabía de cómo ni quién había trasladado aquellas enormes piedras ni cuál era el origen de estas;
unos investigadores apoyaban la hipótesis de que habían sido
desplazadas por la acción de los glaciares, mientras que otros preferían
pensar en la presencia del hombre prehistórico.
El lugar de localización del yacimiento hace descartar que las rocas fuesen transportadas hasta su emplazamiento a través del río Avon,
siendo llevadas en balsas. Desde donde se encuentra la mina hasta el
lugar donde embarcarlas habría sido un complicado camino, ya que
tendrían que haber ido hacia el norte para después volver a bajar por el
cauce. La obra fue construida en diferentes
etapas, que van desde mediados del III
milenio a. C. hasta mediados del milenio
siguiente. En este lugar exacto, único
en muchas millas a la redonda de Stonehenge, la luna llena se coloca
exactamente perpendicular a la salida
del sol en el solsticio de verano
(próximo al 21 de junio). Precisamente,
dicho solsticio es el fenómeno natural
sobre el que gira la concepción y
planificación del monumento. Ese día es
precisamente el único del año en el que
se permite a los visitantes caminar por
el interior del círculo de piedras. Hay quienes sugieren que Stonehenge fue
alguna vez un enorme reloj astronómico;
otros, más imaginativos, ven en este
conjunto de rocas circularmente
alineadas una pista de aterrizaje para
ovnis, y hay también quienes proponen
usos que, históricamente resultan inadmisibles. Aún hoy, en una mezcla de
magia y leyenda, los habitantes de la
zona le atribuyen al recinto poderes
curativos.
De cualquier manera, aunque Stonehenge
presenta todavía muchos misterios que parecen irresolubles, su finalidad
resulta hoy más evidente que nunca. Con
muy poco margen de error, puede afirmarse que, inicialmente, fue un
templo para adorar al Sol y la Luna,
astros que regían
el ciclo de las
estaciones, por lo que hoy podríamos
atribuirle también la función de una
suerte de calendario que, observado con
pericia, permitía predecir la llegada de
las estaciones, en previsión de las
actividades de los campesinos y
criadores de ganado. Vista la bondad de la construcción, cabe pensar igualmente
que, posteriormente, pudo haberse
convertido en un sitio sagrado en el que
también se celebraron ritos funerarios,
como así lo atestiguan los diversos
restos desenterrados en diversas partes
del recinto.